LA SANTA SEDE CONTRA LAS BOMBAS DE RACIMO

La paz y la seguridad son preocupaciones centrales y legítimas que requieren continuamente una respuesta adecuada que vaya más allá de la mera dimensión militar. Cualesquiera que sean nuestras diferencias con respecto al modelo geopolítico que defendamos -unipolar, bipolar o multipolar-, todos deberíamos estar de acuerdo en la centralidad de la dignidad del hombre y en el respeto indispensable de los derechos y los deberes de la persona. La paz y la seguridad sólo podrán ser estables y duraderas si se basan en la justicia, en la solidaridad y en la fraternidad dentro de los Estados y entre los Estados.

En una coyuntura internacional marcada por la grave crisis financiera y económica que hace más frágiles sobre todo a los pobres, ante un regreso a modelos de seguridad, que muchos consideran de otra época, donde los presupuestos y los gastos militares por desgracia van en alarmante aumento, y ante desafíos globales como los movimientos migratorios y el calentamiento del clima, es necesario volver a los principios fundamentales y poner nuevamente a la persona humana en el centro de nuestros análisis e, inevitablemente, en primer plano en las respuestas colectivas a estas crisis y desafíos de nuestro tiempo.

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