Otros cientos de peregrinos que no pudieron entrar a la Basílica, permanecieron afuera participando en la ceremonia, que se transmitía por pantalla gigante. Pese al frío, la tarde estaba soleada y durante la eucaristía fue poniéndose lentamente el sol. 


Una antigua tradición:
Año tras año el Papa celebra en este templo, ubicado en la colina del Aventino, la misa con la que se da inicio a la Cuaresma. Desde el siglo V, cuando fue construida la basílica, los cristianos se reunían 40 días antes de Semana Santa, en la iglesia de Santa Anastasia e iban caminando hasta Santa Sabina, haciendo penitencia con los pies descalzos, pidiendo misericordia y proponiéndose a practicar el ayuno y la abstinencia.
"Así nació la tradición de que el Papa celebre anualmente el miércoles de ceniza en esta iglesia, con el Papa Sixto V, en 1587. En 1700, el Papa Clemente VI interrumpió esta tradición y luego la retomó el Juan XXIII en 1962", explicó a ZENIT el sacerdote dominico fray Francesco Ricci, rector de Santa Sabina.

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