Palabras de despedida de Benedicto XVI de los Estados Unidos
Publicado por Jose Domingo Peña Moreno en lunes, abril 21, 2008Señor Vicepresidente,
Ilustres Autoridades,
Queridos Hermanos en el Episcopado,
Queridos Hermanos y Hermanas:
Ha llegado el momento de despedirme de vuestro País. Los días que he pasado en los Estados Unidos han estado bendecidos por muchas e inolvidables experiencias del sentido de hospitalidad de los Americanos. Deseos expresarles a todos ustedes mi profunda gratitud por su amable acogida. Me ha alegrado ser testigo de la fe y de la devoción de la comunidad católica en esta Nación. Ha sido alentador encontrar a los líderes y a los representantes de otras comunidades cristianas y de otras religiones, motivo por el cual les aseguro mi consideración y estima. Agradezco al Señor Presidente Bush el que viniera a saludarme al comienzo de mi visita, y doy las gracias al Señor Vicepresidente Cheney por su presencia aquí en el momento de mi salida. Las autoridades civiles, los encargados y voluntarios en Washington y en Nueva York han sacrificado generosamente su tiempo y energías para asegurar el sereno desarrollo de mi visita en cada una de sus etapas, y por esta razón expreso mi profundo agradecimiento al Señor Alcalde de Washington, Adrian Fendy, y al Señor Alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.
Reitero mis felicitaciones y mi plegaria a los representantes de las Sedes de Baltimore, la primera Archidiócesis, y a las de Nueva York, Boston, Filadelfia y Louisville, en este año jubilar. Que el Señor continúe colmándoles de bendiciones en los años venideros. Renuevo mi reconocimiento por su arduo compromiso y su dedicación a todos mis Hermanos en el Episcopado, a Mons. DiMarzio, Obispo de Brookling, a los oficiales y al personal de la Conferencia Episcopal, que han contribuido de diversos modos a la preparación de esta visita.
Con gran afecto saludo una vez más a los sacerdotes y religiosos, a los diáconos, a los seminaristas y a los jóvenes, y a todos los fieles de los Estados Unidos, y los aliento a perseverar dando un gozoso testimonio de Cristo, nuestra esperanza, nuestro Señor y Salvador resucitado, que renueva todas las cosas y nos da la vida en abundancia.
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