Beatitudes,

excelencias,

queridos amigos:

Estoy muy contento de estar aquí, con vosotros, y de saludaros a cada uno de vosotros, así como a los miembros de vuestras familias, allí donde estén. Doy las gracias a Su Beatitud el Patriarca Fouad Twal por las gentiles palabras de saludo y de manera especial deseo destacar la presencia entre nosotros del obispo Selim Sayegh, cuyos proyectos y trabajo para este centro, junto a los de Su Beatitud el patriarca emérito Michel Sabbah, hoy son honrados con la bendición de las ampliaciones que acaban de concluir. Deseo también saludar con gran afecto a los miembros del Comité Central, a las Hermanas Combonianas, y al personal laico comprometido, incluidos aquellos que trabajan en las diferentes áreas y unidades comunitarias del Centro. La estima por vuestra notable competencia profesional, la atención compasiva y la promoción decidida del debido puesto en la sociedad de quienes tienen necesidades especiales son bien conocidas aquí y en todo el reino. Doy las gracias a los jóvenes presentes por su bienvenida conmovedora. Es una gran alegría para mí estar aquí con vosotros.

Como sabéis, mi visita al Centro Nuestra Señora de la Paz, aquí, en Ammán, es la primera etapa de mi peregrinación. Como miles de innumerables miles de peregrinos antes que yo, ahora me toca satisfacer ese profundo deseo de tocar, de encontrar apoyo en los lugares en los que vivió Jesús y que fueron santificados por su presencia, y de venerarlos. Desde los tiempos apostólicos, Jerusalén ha sido el principal lugar de peregrinación para los cristianos, pero antes todavía, en el antiguo Oriente Próximo, los pueblos semitas edificaron lugares sagrados para indicar y conmemorar una presencia o una acción divina. Y la gente común solía acudir a estos centros llevando una parte de los frutos de su tierra y de su ganado para ofrecerlos como acto de homenaje y gratitud.

Queridos amigos: cada uno de nosotros es un peregrino. Todos estamos orientados a avanzar decididamente por el camino de Dios. Naturalmente, después tendemos a volver a atrás la mirada, hacia el recorrido de la vida --en ocasiones con arrepentimientos y recriminaciones, con frecuencia con gratitud y aprecio--, pero de todos modos seguimos adelante, a veces con trepidación y ansia, siempre con expectativa y esperanza, sabiendo que hay otros que nos alientan en el camino. Sé que los viajes que habéis recorrido muchos de vosotros hacia el Centro Reina de la Paz han estado marcados por el sufrimiento y las pruebas. Algunos de vosotros luchan valientemente con formas de invalidez, otros han soportado el rechazo, y algunos de vosotros han sido atraídos por este lugar de paz simplemente para buscar aliento y apoyo. Sé lo importante que es para este centro sensibilizar sobre el puesto que corresponde a los inválidos en la sociedad y asegurar que se ofrezcan los medios adecuados para facilitar su válida integración. ¡Por esta amplitud de miras y determinación, todos vosotros merecéis elogio y aliento!

0 comentarios: