Se trata de monseñor Paulos Faraj Rahho, arzobispo de Mosul (Irak), de dieciséis sacerdotes, un religioso y dos voluntarios laicos.
Por continentes, es en Asia donde se ha producido mayor número de asesinatos: seis sacerdotes y una voluntaria laica, además del prelado iraquí, perdieron la vida en Iraq, India, Sri Lanka, Filipinas y Nepal.
A esta lista provisional, afirma la agencia Fides, hay que añadir "la nube de soldados desconocidos de la gran causa de Dios", según la expresión que acuñó hace unos años el Papa Juan Pablo II, "de los que no se tiene noticia, y que en muchos rincones de la tierra sufren y pagan con su vida la fe en Cristo".
El recuento de Fides incluye algunos casos de asesinatos violentos, aunque no hayan sido cometidos expresamente "por odio a la fe" en sentido estricto.
Algunos, como el padre Brian Thorp, asesinado en su parroquia de Lamu (Kenia) perdieron la vida en aparentes intentos de robo, o perecieron al ser asaltados por las calles mientras ejercían su ministerio, quizás sólo para robarles el coche.
Otros fueron eliminados porque oponían con tenacidad el amor al odio, como el padre Bernard Digal, primer sacerdote católico muerto en la campaña de violencia anticristiana llevada a cabo por los extremistas hindúes en el Estado indio de Orissa.

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